El Ayuntamiento de Barcelona compra locales vacíos para actuar directamente en el mercado y revitalizar la actividad de barrios
Existe una dualidad entre los locales bien ubicados y los de calles secundarias
Los locales vacíos –un fenómeno que se ha agravado con la pandemia- se han convertido en un asunto prioritario para los ayuntamientos catalanes, que, en algunos casos, han puesto en marcha iniciativas para revitalizarlos, llegando al extremo de Barcelona de intervenir directamente en el mercado inmobiliario con la compra de activos para realizar una bolsa pública, en un proceso similar al de la vivienda social. Y es que el consistorio barcelonés piensa que, a la transformación del comercio minorista por el incremento de las tiendas online, hay que añadir el fenómeno local de “gentrificación” de algunas zonas de la ciudad, “que no sólo expulsa a las familias que viven, sino también aquellas actividades que no pueden generar dinero suficiente para pagar unos alquileres al alza”, según ha manifestado Jordi Martí, concejal de presupuestos. La compra de 50 locales en concurso público, operación calificada de “innovadora e histórica” por el primer teniente de alcaldía, Jaume Collboni, en realidad es un grano de arena en el mar del problema que está cifrado en 5.323 locales vacíos. un stock total de más de 80.000-, que representarían una superficie de 1,5 millones de metros cuadrados, según un cálculo realizado por el propio Ayuntamiento a partir de el análisis de los portales inmobiliarios.
El local es la palanca para dinamizar la economía local: “Tener las persianas subidas significa actividad económica, pero también seguridad, cohesión y favorecer la compra de proximidad, es decir, la pequeña economía de la ciudad, que es la gran economía porque emplea a más del 80% de la gente”, según el primer teniente de alcaldía. Pero la creación de una gestora inmobiliaria municipal en Barcelona ha sido recibida como una pésima noticia por algunos de los profesionales que se dedican a buscar locales comerciales para inversores, como Miquel Laborde, de Laborde Marcet de Barcelona. “Hay otras formas de dinamizar a los locales que no significan derrochar dinero público comprándolos, sin, además, tener ni idea de dónde es más estratégico hacerlo y sin ninguna lógica de mercado; lo que se ha hecho sólo beneficia a los propietarios de plantas bajas vacías sin alternativa que se han deshecho”, dice Laborde. El socio de la firma especializada en locales en zonas prime explica que, contrariamente a lo que se puede pensar, estos activos inmobiliarios siguen siendo muy preciados por los inversores, si tienen un buen inquilino, ahora bien, “la clave es la precisión sobre qué y dónde comprar”. Las grandes calles del centro son un valor seguro pero también las vías transitadas de los barrios. Una realidad completamente distinta son las plantas bajas de calles secundarias, que tienen difícil reconversión: “Acabarán siendo vivienda”, prevé Laborde. Pero esto es precisamente lo que quiere evitar el Ayuntamiento, que vería bien que actividades profesionales que ahora ocupan pisos bajaran a pie de calle, como en los últimos años han hecho dentistas, abogados, gestores o arquitectos. ¡La campaña municipal Persianas arriba! , de la que forma parte la compra de locales, también ha buscado la complicidad de algunos colegios profesionales para crear una bolsa de alquiler público, entre ellos el de Administradores de Fincas de Barcelona-Lleida: “Nosotros aportamos producto, clientes y hacemos la tasación”, explica Lorenzo Viñas, gerente de la entidad. La clave es que el precio esté por debajo del mercado y no es tarea fácil porque en su fijación intervienen muchos factores: “El precio varía mucho en función de la zona y de las características del local pero también de factores como si es en el chaflán o del establecimiento que esté al lado”, indica Ariana Feriche, vicepresidenta del Colegio, que lo resume así: “Ubicación, ubicación y ubicación.” Así, las rentas pueden oscilar entre los 8 y 12 euros el metro cuadrado y alcanzar los 25-30 euros, los locales de mayor calidad, respondiendo a la dualidad del mercado. Los propietarios suelen ser pequeños tenedores, y no es infrecuente encontrar antiguos comerciantes jubilados, que alquilan el local. Feriche explica que el bajón de persianas es un fenómeno que se dejó sentir sobre todo a partir del 2008 y que la crisis derivada de la cóvido ha acentuado.
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